Cómo pueden afectar las bajas temperaturas a tus dientes
¿El invierno hace que se resientan tus dientes? ¿Sientes punzadas de dolor en contacto con el frío? La respuesta a tus molestias se llama sensibilidad dentaria y afecta a 1 de cada 3 personas. Se trata de una sensación incómoda y dolorosa, similar a un calambrazo, que se percibe en los dientes y que puede producirse simplemente al respirar por la boca en invierno, beber algo muy frío o muy caliente, o incluso por un consumo exceso de consumo de azúcar, bebidas isotónicas y un uso indiscriminado de productos de blanqueamiento dental.
La sensibilidad dental se produce cuando la dentina, que se encuentra protegida por la encía y el esmalte dental, pierde su protección natural y queda al descubierto permitiendo que los estímulos externos alcancen las terminaciones nerviosas. Ante estos estímulos, como son el frío y el calor, nuestros dientes responden con sensación de dolor y presión.
En ninguna de las etapas de la vida nos libramos de padecerlas. El problema es que durante la infancia y la adolescencia los afectados acuden con asiduidad al dentista por este tema, pero no así en la edad adulta. Y eso que la aparición de este trastorno dental se dispara a partir de los 30 años, llegando a afectar a cerca del 95% de la población.
En algunos casos, la sensibilidad puede derivar en otras patologías como caries y problemas de encías.
A pesar de que presenten síntomas comunes, no hay que confundir la caries con la sensibilidad dental (en este último podemos optar por dentífricos especialmente diseñamos para paliar los síntomas). Ante la duda, lo mejor es acudir a un especialista para conseguir detectarlas precozmente y ponerles remedio lo antes posible. Cuando esto no ocurre, la caries comienza a desarrollarse y a atravesar diversas fases:
Primera fase.
Tras una primera etapa en que las bacterias atacan el esmalte, deteriorando el brillo natural y dando lugar a pequeñas manchas blancas, el desgaste comienza a avanzar. La mancha que antes era blanca se convierte en negra y se empieza a notar dolor ante el frío, el calor y el dulce.
Segunda fase.
Si no se recibe tratamiento para frenar el avance de la caries comienza a formarse un agujero o cavidad en el diente. En este momento la reparación es todavía superficial y nuestro dentista puede detener el proceso antes de que llegue a las capas más profundas.
Tercera fase.
En esta fase el daño llega hasta la pulpa dentaria, un tejido blando que forma la estructura interna del diente y que contiene nervios y vasos sanguíneos. Es la etapa en la que el dolor va en aumento, complicando tanto comer como dormir. Todavía puede repararse pero el tiempo juega en contra.
Cuarta fase.
Si en esta fase la lesión no ha sido tratada, la cavidad (acompañada por la infección) llega al nervio del diente. El dolor se vuelve insoportable y aumenta el riesgo de sufrir un flemón o absceso dental. Además, la infección puede afectar a la encía y al hueso de la mandíbula. La solución es extirpar el nervio dental (lo que conocemos como endodoncia).
Quinta fase.
Si el paciente llega a esta fase sin recibir tratamiento, es muy probable que la caries haya destruido el diente, invadiendo más del 55% de la parte visible. En esta situación, resulta imposible salvar la pieza. Un problema tanto de salud como estético, que podría haberse evitado con una buena higiene dental y acudiendo al dentista con regularidad.
Como prevenir los daños
Afortunadamente, se puede prevenir manteniendo una correcta higiene bucal y siguiendo estos consejos:
- Cuida tus dientes sensibles con una pasta de dientes específica para este problema, ya que ayuda a disminuir la sensibilidad dental, además de reparar y proteger las zonas más sensibles de nuestra dentadura.
- Huye de las pastas con componentes blanqueantes abrasivos, ya que pueden dañar el esmalte dental.
- Elige un cepillo que no tenga las cerdas demasiado duras, pues podemos dar pie a un cepillado más agresivo y dañar nuestro esmalte. Además, debes usar seda dental para los espacios entre los dientes más cerrados, utiliza un limpiador lingual y no olvidarte de cambiar el cepillo cada tres meses.
- Adopta una serie de medidas en tu alimentación, como evitar los alimentos ácidos que pueden desgastar el esmalte del diente, como los cítricos. Asimismo, evita también el contraste brusco en las comidas, pasando de alimentos muy fríos a demasiado calientes, o viceversa.
- No consumas chicles y controla el abuso de alimentos muy azucarados, además de evitar el tabaco, que también daña el esmalte de tus dientes.
- En época de invierno, intenta respirar correctamente por la nariz y no por la boca, la cual debes proteger además con ropa de abrigo en caso de temperaturas extremas.