El Cepillado Dentral, nuestro gran aliado en la salud dental.
Lo hemos oído muchas veces:
Hay que lavarse los dientes después de cada comida, al menos 3 veces al día.
Pero, según el Consejo General de dentistas en España a través de su encuesta pública “la salud bucodental bucodental en España en 2020”, solo lo cumplen el 40% de los españoles, mientras que el aproximadamente otro 40% solo lo hace dos veces, el 20% una vez y el resto ninguna (mucha suerte para estos últimos).
La verdad es que el número ideal es siempre después de comer sea lo que sea que se coma y no inmediatamente sino pasados unos minutos, pero con 3 veces al día y siempre una de ellas antes de acostarnos podemos disfrutar de una buena salud dental.
¿ Por qué es tan importante lavarse los dientes después de las comidas?
Cuando ingerimos alimentos el esmalte de nuestros dientes sufre una desmineralización de su esmalte, por tanto, es conveniente que tras pasados unos 15 ó 20 minutos (para que la propia saliva neutralice los ácidos naturales que se han producido) cepillemos los dientes para recuperar esta desmineralización gracias al flúor de la pasta dental.
¿ Por qué pasados 20 minutos y no inmediatamente?
La respuesta es sencilla. Se ha comprobado que justo después de la comida tenemos la mineralización del esmalte dental más baja debido a los ácidos de los alimentos, si en ese momento cepillamos nuestros dientes, en realidad podríamos rallar el esmalte puesto que está desprotegido y sería contraproducente.
Por este motivo, es conveniente esperar un cuarto de hora a que nuestra saliva actúe y vuelva a equilibrar la acidez de nuestra boca, pasado ese tiempo nuestros dientes estará listos para recibir su dosis de salud a través del cepillado.
¿ Durante cuánto tiempo tendríamos que estar lavándonos los dientes?
Es aceptado que con dos minutos el cepillado ya es muy efectivo.
Tendríamos que imaginarnos la boca dividida en 4 zonas:
– Los dientes de arriba por la parte delantera.
– Los dientes de arriba por la parte interior y superficie.
– Los dientes de abajo con la parte delantera.
– y por último los dientes de abajo por la parte interior y superficie.
De esta forma dispondríamos de aproximadamente 30 segundos para cada zona.
Pero a este tiempo yo recomiendo también añadir unos segundos más para cepillar la lengua. Es la gran olvidada, y sin embargo es una de las zonas donde más bacterias se acumulan y si no se tiene una buena higiene puede favorece el mal olor.
¿ Cuánta pasta se debe usar en el cepillado?
En realidad, menos de la que imaginas. Es suficiente con la mitad de las celdas de un servicio manual o si es un cepillo automático de cabezal redondo hasta cubrir el cabezal sin colmarlo.
Para hacernos una idea, el tamaño de un garbanzo. Aunque ¡ojo! esto es en el caso de un adulto, para un niño la cantidad sería muy inferior, la mitad o menos.
En cualquiera de los casos tanto de adulto como el niño se aconseja pastas con Flúor. El flúor es básico por su efecto anti-bacteriano y para evitar la desmineralización del esmalte. Es aconsejable que las pastas lo contengan en cantidades aproximadas de 1200 ppm (esta cantidad viene indicada en la letra pequeña del bote de pasta).
¿ Qué cepillo es el ideal?
Parece demostrado que el cepillo eléctrico es capaz de eliminar hasta un 20% más de placa que el cepillo manual (aunque ambos son válidos para conseguir un buen cepillado). Lo que si se debe tener en cuenta, en ambos casos, es que su cabezal no sea muy grande para poder llegar a todos los rincones de la boca y de fibras suaves para que no raye el esmalte.
Otro apartado muy importante del cepillo es su reposición, al menos 4 veces al año, el coste que supone es mínimo pero sin embargo nos puede evitar infecciones internas muy graves.
Los irrigadores bucales
El irrigador bucal es otro dispositivo de limpieza que emite un chorro de agua que se pasa entre los dientes y las encías al estilo de lo que utilizamos en las clínicas dentales pero para uso doméstico.
Este aparato ayuda a mejorar aún más nuestra higiene dental y, aunque es aconsejable para todo el mundo, es imprescindible para aquellas personas que tienen Ortodoncias (brackets), coronas o puentes dentales y también con espacios interdentales muy grandes o muy pequeños donde el hilo dental o el cepillo no pueden hacer su función.