Las alergias y su boca
Los síntomas de un proceso alérgico pueden ser muy variados en función de la gravedad, la complejidad y el modo en que se manifiestan. La exposición a alégrenos puede provocar alergias denominadas atópicas en el que el paciente puede cursar de forma inmediata en mayor o menor grado episodios de rinitis, picazón de ojos, eccemas, conjuntivitis o broncoconstricción, y en algunos casos extremos incluso vómitos, diarrea o anafilaxis.
Las alergias pueden ser causadas por proteínas de frutas y verduras que son similares a las del polen de gramíneas, artemisa y abedul.
Qué es la fiebre del heno o rinitis alérgica
La fiebre del heno es un trastorno inmunológico provocado por el polen al entrar en contacto con nuestras fosas nasales.
Pese a lo habitual de este trastorno se suele confundir con el resfriado común. Hay que prestar atención, no debemos descuidar los síntomas recurrentes -estornudos, ojos irritados, rinitis- dado que la fiebre del heno puede agravarse con asma.
En personas alérgicas, cuando ingieren ciertos tipos de frutas, verduras, frutos secos o alubias, puede darse el síndrome de alergia oral. El origen de este síndrome es lo que llamamos una reactividad cruzada al concurrir ciertas proteínas de estos alimentos con proteínas similares del polen.
En tales casos siempre es recomendable ir a un especialista que diagnostique el problema y prescriba un tratamiento adecuado. En cualquier caso, dado que los síntomas -hormigueo en la boca y garganta y/o inflamación de labios- se suelen producir justo al poco de ingerir los alimentos problemáticos para nosotros, será fácil evitarlos y ser conscientes del problema.
Cómo afecta la fiebre del heno sus dientes y encías.
Cuando el sistema inmunitario está librando una batalla contra el polen o el polvo se provoca dolor sinusal. Los senos maxilares, ubicados sobre la boca, como respuesta a la agresión generan mucosidad y esta a su vez acaba provocando presión que se deja notar con dolor.
La presión ejercida puede incluso llegar a desplazar las raíces de los molares superiores con el consiguiente aumento de la sensibilidad al frío y al calor, o dolor por la presión al realizar según qué movimientos.
Como estamos hablando de un problema a causa de una alergia, el uso de antihistamínicos ayudará a solucionarlo.
Por otro lado, también es habitual encontrar pacientes que se quejan de sequedad en la boca. Este es un efecto secundario de los antihistamínicos que se agrava al respirar por la boca por el exceso de mucosidad.
Pero no todo es sufrir los síntomas. También podemos aliviarnos siguiendo estos sencillos trucos:
Cuando esté tomando antihistamínicos no olvide tener una hidratación abundante. La sequedad en la boca es un entorno perfecto para la proliferación de caries. Este extra de hidratación también será muy útil para la eliminación de la mucosidad excesiva.
Otro fácil truco que reduce las molestias y evita la proliferación de bacterias no deseadas en la boca y garganta es hacer gárgaras con agua con sal. Este sencillo hábito nos evitará el mal aliento y actúa como un eficaz agente antiplaca.
Al ser más vulnerables es en estos episodios de alergia cuando se vuelve epecialmente importante el cepillado de dientes a diario y el uso del hilo dental como complemento a nuestra higiene bucal.
Como resumen, recuerde siempre visitar a su médico para evitar falsos diagnósticos o automedicarse. Tener a raya la alergia nos ayudará a minimizar los efectos que estas tienen en nuestra salud bucal. Hay muchas opciones de tratamiento viables con las que amortiguar sus efectos y no dude en consultar con su dentista cualquier tipo de molestia y así evitar males mayores.